La agricultura regenerativa en México, a diferencia de los enfoques tradicionales, se basa en principios ecológicos y busca mejorar la salud de los suelos, la biodiversidad y la resiliencia de los sistemas agrícolas. Es un enfoque holístico que promueve la colaboración entre agricultores, científicos, y otros actores clave para fomentar la producción de alimentos saludables y sostenibles, al tiempo que se restaura y protege el medio ambiente.

En México, diversas organizaciones, instituciones académicas y agricultores han abrazado la agricultura regenerativa como una alternativa prometedora para enfrentar los desafíos ambientales y productivos que enfrentamos en la actualidad. Uno de los principales impulsores de este avance ha sido el reconocimiento de la importancia de conservar la rica biodiversidad de nuestro país, así como la necesidad de mitigar los impactos del cambio climático.

Las prácticas agrícolas regenerativas que se están implementando en México incluyen la agricultura de conservación, la agroforestería, la rotación de cultivos, el manejo integrado de plagas y enfermedades, y la utilización de abonos orgánicos. Estas prácticas han demostrado su capacidad para mejorar la calidad del suelo, aumentar la eficiencia del uso del agua, reducir la erosión y promover la biodiversidad en los agroecosistemas.

Un ejemplo destacado de agricultura regenerativa en México es el sistema de milpa, una práctica ancestral que combina el cultivo de maíz, frijol y calabaza en una misma parcela. La milpa no solo ofrece una alimentación balanceada y diversa, sino que también promueve la conservación del suelo, la retención de agua y la protección de la biodiversidad. Además, la milpa fomenta el conocimiento tradicional y el intercambio de saberes entre generaciones.

Es alentador ver cómo cada vez más agricultores mexicanos están adoptando estas prácticas regenerativas y experimentando mejoras significativas en la productividad y la resiliencia de sus sistemas de producción. Además, la agricultura regenerativa también está generando oportunidades económicas para las comunidades rurales, a través de la comercialización de productos agrícolas orgánicos y certificados, así como la promoción del turismo rural sostenible.

A pesar de los avances, aún enfrentamos desafíos para una adopción generalizada de la agricultura regenerativa en México. Estos desafíos incluyen la falta de acceso a financiamiento, la necesidad de capacitación y asesoramiento técnico, y la promoción de políticas públicas que fomenten la transición hacia sistemas agrícolas más sostenibles.

En conclusión, el avance de la agricultura regenerativa en México es motivo de optimismo y nos brinda una visión esperanzadora para el futuro de la agricultura y el medio ambiente. Como profesionales dedicados a la investigación y la enseñanza en agronomía avanzada, debemos continuar apoyando y promoviendo activamente estos enfoques sostenibles para garantizar un futuro próspero y equilibrado para nuestras comunidades y ecosistemas.

Javier de Jesús Correa Islas

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